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En el centro de Palma, situado en la Plaça del Banc de l’Oli, se encuentra el único pub/bar de la ciudad donde el silencio es el ‘rey’ de la pista de baile. Escuchar música y bailar sin molestar a nadie es posible desde hace dos años en La Casa de Cookie.
El local, regentado por los Thorsten Sievers, tiene un nuevo concepto muy diferente al resto de los negocios: ha cambiado los altavoces por unos auriculares.
A primera vista, nada es inusual. dentro están los elementos típicos de un bar, una barra, sofás para sentarse o estanterías con diferentes botellas. Sin embargo, el bajo volumen de la música de fondo y una mesa llena de auriculares inalámbricos sugieren que no se trata de un pub cualquiera.
Una vez allí, la primera copa va acompañada de unos auriculares, que se devuelven al salir del recinto. El siguiente paso es bajar las escaleras que conducen a la sala de baile, donde reina el silencio y solo se escucha el sonido de los zapatos y algunos susurros. En este ámbito, los auriculares, diferenciados entre rojo, azul y verde, son los grandes protagonistas. Cada tono representa un estilo diferente de música. (rock, electrónica y pop)que el cliente puede cambiar pulsando un botón a lo largo de la noche.
Tampoco hay DJ en La Casa de Cookie. En cambio, hay tres tabletas, una para cada tipo de música, en las que el cliente puede agregar su canción a la lista de reproducción. Y sí, puedes hablar con la persona que está a tu lado. Solo tienes que quitarte uno o los dos auriculares, ya que no hay nada más que silencio de fondo.
La Casa de la Galleta está abierto desde Martes a Sábado de 8pm a 3amaunque a las 02:00 se apaga la música para que los clientes sean conscientes de que queda poco para la hora de cierre.
Como en muchos otros locales, a las personas que les sobra un trago y se van se les regala una copa, pero en este caso se regala un recipiente muy original con el nombre y la imagen de un cuadro de la taberna.
La idea de transformar un antiguo bar de champán en un lugar de vida nocturna silenciosa vino de Alemania. Thorsten Sievers lo había visto en Alemania y decidió arriesgarse e instalarlo en Palma. La elección del nombre es otra historia.
“Mi marido se llama Cookie y como todo en Mallorca es Can Joan, Can Pedro, decidió llamarla La Casa de Cookie”, explica Pamela del Olmo. Aunque el negocio tardó un tiempo en despegar, ya que abrió durante la pandemia, con el paso del tiempo se corrió la voz entre los residentes y, más durante el verano, entre los turistas.
Hoy en día, tiene una clientela más grande de todos los tipos y edades. No está dirigido a un perfil específico. “El otro día vino un grupo de señoras a celebrar su 60 cumpleaños, pero también hay jóvenes residentes y estudiantes erasmus. Las edades son muy diversas.“, dice la esposa del dueño.
En cuanto a los planes futuros, quieren montar una terraza con unas cuantas mesas para que los clientes tomen algo y empiecen a preparar unas tapas. También tienen en mente probar una noche con un DJ para ver si funciona con su modelo de negocio, una nueva forma de disfrutar de la música cuanto menos diferente.
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